¿Un cuaderno lleno de sellos? Sip, el goshuincho. ¡Te lo enseño!
Tags: #me he puesto un yukata #esto del ryokan es una cosa #quiero quedarme a vivir en las montañas #como siempre
¿Que desde dónde te escribo hoy? Me alegro de que me hagas esa pregunta. Me encuentro en la mejor posada del mundo en Takayama: Oyado Yoshinoya. Es un ryokan u hotel tradicional de diez habitaciones regentado por una entrañable pareja de abuelitos que hacen su vida en el primer piso. Nos han recibido como si fuéramos sus nietos, y con cuatro palabras sueltas en inglés, un puñado de gestos y muchas ganas, nos han explicado todo lo que necesitábamos saber sobre un ryokan. Desde cómo funcionan las luces al protocolo para acceder a los baños termales privados. Yo sabía que tenía cuando reservé el alojamiento, pero pensé que no estaban incluidos en la estancia. Me faltan palabras para describir la descompresión inmediata de los músculos al sumergirse en agua ardiendo. Nos han cedido un par de yukatas o prendas de algodón para movernos por aquí y algunos obsequios de bienvenida más. El té me está sabiendo a gloria. Life is good.
El puerto que atraviesa las Montañas Hida está envuelto en niebla. La nieve se acumula a los lados de las carreteras y en las laderas, y se deshace a su paso por discretos riachuelos entre los árboles. Es una estampa más propia del invierno que de la primavera, pero hay que tener en cuenta la altura y la ubicación. El frío suele acompañar siempre a las montañas. O debería.
Dos días en Takayama darán para recorrerla varias veces con tranquilidad; es el epicentro de un sinfín de rutas de senderismo. Mañana saldremos a la marcha de una ruta sencillísima, un paseo en realidad: el Higashiyama, un recorrido de 6km que pasa por templos y santuarios. Aprovecharemos para completar la segunda cara del goshuincho, el cuaderno de caligrafía, que es lo que quería enseñarte hoy :D
El goshuin es un sello o caligrafía única de cada templo o santuario. Lo realizan allí mismo a mano con tinta negra y un sello bermellón. Añaden la fecha, el nombre del templo y un motivo de la deidad a la que rinde culto. Al parecer, los goshuin funcionan como una especie de credencial de peregrinación. Cualquiera con un goshuincho, una libreta estilo acordeón, puede llegar libremente al templo a pedir uno a cambio de una donación. Es un recuerdo bonito. Mirad:




Si hay mucha gente, los monjes pueden darte el goshuin en una hoja para que lo pegues en el cuaderno por tu cuenta.
Investigando los alrededores del alojamiento en Osaka, dimos con el templo Namba Yasaka. Pequeño, desierto y plácido. Tanto, que nos animamos a rezar (una reverencia, dos palmadas, una oración-deseo y una última reverencia) y después fuimos a preguntar por el goshuin. Delante de nosotros aguardaba un hombre con su cuaderno abierto. Cuando el monje le explicó que el templo tenía tres distintos (a veces es posible: el estacional, el dedicado a la deidad y el del templo como tal, por ejemplo), el hombre le preguntó cuál era más importante. El monje levantó una ceja y respondió que dependía de su creencia o de su idea. Tras unos segundos, el hombre le pidió los tres y el monje aceptó no sin cierto reparo. No pudo disimular su confusión.
Al rato se marchó y aparecimos nosotros. En muy buen inglés nos preguntó con una mezcla de amable reticencia cómo sabíamos qué era un goshuin. Nos contó que se habían popularizado muchísimo ya no entre japoneses, sino entre viajeros extranjeros, y quería entender por qué la gente los pedía sin ton ni son. Nosotros le contamos dos verdades: que una amiga (¡hola, Tamara!) me había enseñado su goshuincho días antes de venir y que me había encantado la idea, y que en Internet hay 367832631 blogs de viaje donde te detallan absolutamente todo. También le contamos que practicamos kendo desde que éramos dos chavales. “Sois más japoneses que algunos japoneses”, respondió, jovial. Me dio la impresión de que él había empezado la conversación con cierto reparo y acabó de buen humor. Yo qué sé, supongo que nunca sabes cuál es la intención del que está al otro lado, sea turista o nativo. Podría sorprenderte... ¡o no!

Me pregunto sobre qué escribiré el próximo día. Sea lo que sea, espero que te haya entretenido. A mí me está viniendo genial para estirar la imaginación; es mi músculo favorito.
¡Gracias por leer! 💌